Comunicación, tecnología y asimilación de la sexualidad
Por Iván Jesús Reyes
A propósito de la sexualidad, hemos de decir que es un tema del que se habla poco desde algunas perspectivas, y está bien “pues no debe ser un tópico para la hora de la cena familiar"; no obstante, para uno que otro “liberal” -dirían los tradicionalistas- es un tema del que se desearía apareciera más en escena, como un buen protagonista, desde el primer acto; sin embargo, muchos telones bajan y cortan la presentación cuando de sexualidad se trata.
Resulta preocupante, a nombre del conocimiento, de la academia, de la investigación y de la población en general, que la sexualidad humana sea un área por la que se libran grandes batallas; sanguinarios ortodoxos y mercenarios tradicionalistas invierten todo a su alcance para hacer callar la voz de expresión libre y natural de la humanidad.
Es lamentable que para niños, niñas, adolescentes, ancianos y adultos se niegue el derecho del conocimiento y la educación sexual, así como de la expresión libre y sin prejuicios, de la vivencia sin agresiones y de la aceptación y la práctica de la misma en su conceptualización en amplio sentido; pese a ello, y afortunadamente en la actualidad, las bondades de la tecnología permiten el acercamiento a herramientas de información para todos los temas, pero ¡cuidado!, pues también esto en ocasiones es una fuente para desinformar e incluso para malinformar.
En particular, las redes sociales, el uso de plataformas y otros medios de difusión ostentan información en las que es común encontrar grandes disparidades en pensamientos, abismales polaridades de actitudes y enormes batallas por obtener la “razón”, pero el uso de esta es lo que menos se observa en tales discusiones; más bien, lo que prevalece son disertaciones sin argumentos y comentarios viscerales.
El contenido de las redes y los mensajes masivos tienen alcances inimaginables, pues estos medios de difusión son capaces de crear corrientes de pensamiento para culturas enteras; surgen con impactos que en ocasiones son favorables, pero la probabilidad del antagonismo aparece con suma facilidad; desprestigiar, enjuiciar, señalar, luchar o implantar ideas y patrones de conducta, tienen de igual manera alcances severos y, dirían algunos, hasta fatales.
Surgen tópicos álgidos que entrelazan las redes cibernéticas de comunicación masiva y la influencia sobre el conocimiento, la educación y la adopción de actitudes y comportamientos de las sociedades; debates interminables acerca de la identidad de género y la orientación sexual –actores que roban cámara desde hace ya algunas décadas– consolidan disertaciones efímeras y discusiones incansables sobre quién desea, se atrae y siente tal por cual o aquello.
Otro tópico robacámaras que se disputa el protagonismo en el teatro de la “sexualidad y la sociedad” es el feminismo, movimiento que surge hacia 1789 con la Revolución francesa en busca de la participación y la mal llamada –a mi parecer- “igualdad” jurídico-política de la mujer, movimiento al que más adelante y hacia la actualidad le subyace una intención de respeto, empatía y de derecho. Quizá el verdadero ganador del galardón es el actor que representa al erotismo y la vinculación afectiva; los swingers, bondage, frees; aquellos en relaciones abiertas, los poliamorosos y parafílicos, todos ellos actuando a nombre de la libertad de la expresión sexual. ¿O cree usted que sería pertinente cuestionarse si es la voz de la inmoralidad social la que grita con ello?, o en todo caso, ¿de quién es esa voz entonces?
Surgen sin duda interminables cuestionamientos sobre los cuales ahondar desde una perspectiva certera, científica y neutra; aspecto que resulta ideal pues en repetidas ocasiones prevalece el tedio de opiniones dicotómicas, actitudes hostiles y emociones cancerígenas que fungen como teloneros de la presentación estelar; asimismo, las ideas prejuiciadas y la falta de cimientos en educación sexual contribuyen a que el escenario se desplome y todo acabe en una verdadera catástrofe.
Distorsiones político–sociales emergen en nombre de la moral, sin embargo, solo favorecen a ciertos grupos izquierdistas, tradicionalistas, ortodoxos, religiosos, o llámese con el título que les acomode, y surge la incógnita: ¿qué tanto se acerca la intención a la armonía y consolidación de una vida humana de respeto y derecho?
Acerca del aprendizaje, se dice que es una condición innata que posee cualquier ser humano, en mayor o menor grado, que lo hace con mayor facilidad o dificultad, según el sujeto en particular, que depende de su medio social y cultural, de su accesibilidad a medios y formas para la educación e información; sin embargo, es entonces un hecho innegable la posibilidad de adquirir experiencias, sentimientos, conductas y pensamientos, y esto reproducirlo a través de la cotidianeidad de la vida familiar, social, personal y laboral. A esta idea se le suma la posibilidad del acceso a medios electrónicos desde edades tempranas que facilitan la comunicación y ejercen el papel de educadores virtuales masivos.
Concluyo, a decir de lo expuesto en algunas de las líneas de la presente participación, con una frase sin duda humanista, visionaria y neutra que marca no solo desde la diversidad sexual, sino desde la vida misma:
"En sí, la homosexualidad está tan limitada como la heterosexualidad: lo ideal sería ser capaz de amar a una mujer o a un hombre, o a cualquier ser humano sin sentir miedo, inhibición u obligación".
-Simone de Beauvoir.
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